Como entonces, ellas rondan. Caminan paso a paso la ronda de los jueves. Son las Madres de la Plaza 25 de Mayo. Con sus historias personales, individuales, sus dolores y esperanzas, sus contradicciones, fortalezas, debilidades. Solas, acompañadas, con frío, con un bello sol que las acaricia, con esperanza, pero nunca con lamento. “Somos una especie que está en franca vía de extinción”, dice Elsa “Chiche” Massa, una de ellas. Por eso Arderá la memoria, un documental que reconstruye la historia de estas mujeres que primero en Buenos Aires y luego en Rosario nunca cesaron de reclamar por sus hijos desaparecidos, por la memoria histórica, y por juicio y castigo a todos y cada uno de los que decidieron sobre la vida y la muerte en Argentina en la última dictadura militar.
Arderá la memoria es una película grupal. Así prefieren presentarla sus realizadores, los integrantes del Grupo de Apoyo a las Madres de la Plaza 25 de Mayo. “Somos un grupo de compañeros que rondamos junto a las Madres, en la Plaza 25 de Mayo. La película surge como una idea de hacerle un homenaje a las Madres pero también para difundir su historia, para que se las conozca. Siempre decimos que se habla de las Madres de Buenos Aires pero que muy pocos rosarinos saben que acá también hay Madres, que siguen rondando, que siguen buscando a sus hijos, y que siguen pidiendo por juicio y castigo”, advierte Marianella Scocco (24 años), en diálogo con Señales.
Marianella, junto a Giuliana Marinucci, realizó la investigación histórica que se volcó en la película. Es profesora de historia y en realidad su acercamiento a Madres fue porque le interesaba armar un archivo con la documentación sobre la historia de este grupo de mujeres. Parte del archivo es la base de la película. “Esto empezó hace más de dos años —explica Marianella—. Comenzamos a concretarlo a través de entrevistas. En el inicio el trabajo fue muy rudimentario hasta que después decidimos sistematizar todo y convocamos a Eugenio Magliocca”, quien tuvo a su cargo el guión y dirección del documental.
Eugenio Magliocca (34 años) es periodista y realizador audiovisual, y está convencido de la necesidad de que se difunda la historia de las Madres rosarinas. “Lo que se ve en el documental es ese espíritu íntimo de las entrevistas. Hay que recordar que ellas tienen más de 80 años, y tampoco es fácil que hablen después de todo lo que les pasó, muchas de ellas ya no están, hay entrevistas que son de 1998. Nuestra intención es mostrar estos testimonios, que estaban desperdigados. La pelícua es un testimonio presente y futuro. Por eso nos interesa tanto que este trabajo se conozca y se distribuya por todos lados. Hay una historia de Madres que parece como tapada en la historia de Rosario”, asegura.
Y es así. De hecho Madres de Rosario nunca recibió ningún subsidio, ni siquiera tiene sede. “Hay una gran deuda. Yo no puedo creer que ahora, por ejemplo, que el 24 de marzo es feriado, en las escuelas no recurren a ellas para que cuenten lo que pasó”, señala Eugenio.
El valor de Arderá la memoria es justamente ese: escuchar las voces, ver los rostros, reconstruir junto a las Madres la historia que ellas protagonizan no sin dolor.
En las entrevistas hay muestras claras de esa intimidad. Sus ojos se llenan de lágrimas, tiemblan sus voces, se enojan una y otra vez ante la injusticia. Pero también hay ternura al hablar de cada uno de sus hijos e hijas, al contar cómo eran, qué hacían.
No hay una fecha certera de cuándo empezaron las rondas en la Plaza 25 de Mayo. Muchas de las integrantes iniciales de la agrupación viajaban a Buenos Aires y se sumaban a las marchas de la Plaza de Mayo. Según Marianella y Eugenio, se supone que en Rosario empezaron en 1984, cuando se formaliza la filial Rosario de Madres. “Es que justamente muchas de las que comenzaron con esto ya murieron”, aclaran no sin pena.
En los testimonios logrados en Arderá la memoria las Madres cuentan lo que tantas veces se ha dicho. Tras las detenciones o secuestros, cada familia iniciaba una búsqueda individual hasta que en algún momento ese rastreo tedioso, perverso, se tornaba grupal. Dos organismos las albergaron en el inicio, la Liga por los Derechos del Hombre y Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Después, en 1984, se conforma la filial local de Madres y en 1986, cuando se da la división en Buenos Aires, en Rosario adoptan el nombre de Madres de la Plaza 25 de Mayo.
Ningún lamento
“Lo que menos hicimos nosotras fue lamentarnos”, advierte en la película Norma Vermeulen. Esa fortaleza es la que transmiten los testimonios seleccionados, que relatan en detalle encuentros con militares en plena dictadura o las citaciones para reconocer cuerpos, entre tantos otros recorridos que debieron emprender.
Pero en medio de todo: la plaza, ese espacio que no es sólo el lugar que evidencia del reclamo, que marca la existencia de una ausencia, sino también la posibilidad de compartir. Ese lugar que ellas siguen recorriendo cada jueves antes de que el sol se esconda (en el invierno la cita es a las 17 y en verano, a las 18), y que obliga a Marianella y Eugenio a comprometerse. “Uno va con una idea a la plaza y sale con otra”, dicen ambos.
“Porque uno se acerca a algo —recuerda Marianella—. Yo me acerqué a hacer un archivo digital, y después te encontrás con una familia, no lo podés dejar, tomás el compromiso de ir los jueves, y después de la ronda, que dura una hora, vamos a un bar y compartimos eso. Y es contarnos qué nos pasó en la semana, es ese encontrarnos y darte cuenta que muchas veces llamás en la semana a las Madres para ver cómo están, o llaman ellas porque necesitan algo, se genera todo eso. Y por eso todo esto está hecho con mucho compromiso pero también con mucho afecto, desde el corazón”.
“Es todo un movimiento que hay alrededor de la plaza —agrega Eugenio—, es, por ejemplo, encontrarse los domingos con gente que llegás a querer como a un familiar, porque con ellas es imposible no preocuparte para saber cómo están, qué les pasó o qué no les pasó, si están bien, si necesitan algo”.
La película podrá verse el sábado próximo, a las 19, en el cine El Cairo (Santa Fe 1120). Y allí una vez más estará presente el deseo de Paco Urondo: “Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos”.
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